viernes, 7 de noviembre de 2008 - - 0 Comments


Os debo una explicación, lo sé. Más de una semana sin contaros nada es demasiado tiempo, y vuestra curiosidad no conoce límites… Pero creo que podréis entenderme: un examen, un día malo y muchas horas de biblioteca me han tenido “ultra-ocupado”. Javi os alertó de mi ausencia (hasta llegó a estar preocupado) y ahora yo os daré el nombre de un lugar familiar a todos nosotros, estudiantes: la biblioteca. Es cierto que el domingo estaba cerrada; de hecho, me quedé en el pueblo y no llegué al piso hasta el lunes. Pero he pasado el resto de los días allí, devorando libros, y también observando la infinita capacidad de los universitarios para no hacer nada.

Cuando uno cruza la línea que divide el instituto de la universidad, muchos de los elementos que componen nuestra vida se resquebrajan, y aparecen otros muchos nuevos: el tren, la maleta, la comida rápida, los “manuales”, la biblioteca… ¿Os habéis para a reflexionar alguna vez sobre esta última? Yo lo he hecho, y me vienen a la cabeza imágenes que la definen de forma certera:

- La mochila, siempre llena para pasar la mañana, la tarde y quizá la noche. Pero en ella los libros son lo de menos, tan sólo ocupan un rincón. El resto es para la comida, la botella de zumo, el bote de Coca-Cola Zero (que ahora tanto se lleva) y demás útiles (que sirven para todo menos estudiar).

- El estudiante aplicado, que deja con extrema precisión los apuntes encima de la mesa, y ordena los rotuladores y bolígrafos según el orden de uso. Generalmente, en una sala de treinta personas hay dos como estos.

- El animal de biblioteca (zoón bibliotekón… filólogos clásicos, no me matéis por esta osadía) que, por extraño que parezca, no es el típico empollón. Entienden la biblioteca como un lugar de socialización, y allí pasan días (y noches cuando hay exámenes) tomándole el pulso a la comunidad universitaria. Al final aprenden de todo y se olvidan de lo que realmente deberían haber estudiado.

- El personal de la biblioteca, al que debes conocer si pretendes pasar allí varias horas. Has de conocer quiénes son los simpáticos y quiénes los enamorados del “vuelva usted mañana”.

P. D.: No os olvidéis el carné universitario en época de exámenes. Porque algunos, allá en las alturas, han olvidado aquello de que el saber es de todos. Ah, la fotografía es de la biblioteca más impresionante que he visto nunca, la de Toronto.

Emilio

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