El “efecto Javi” (I): la tranquilidad del pueblo

domingo, 9 de noviembre de 2008 - - 0 Comments



Ya os hablé el viernes de los días de estudio que llevo… y los que me quedan. El examen promete emoción hasta el último momento, con un sprint final que tiene que llevarme hasta el aprobado. Como ya sabéis, debo huir del piso para encontrar algo de tranquilidad. Si busco el silencio, y con ello un lugar en el que concentrarme, el camino da la espalda a mi segundo hogar. El otro día fue la biblioteca; este fin de semana, mi querida patria chica. Así, es el pueblo (con el descanso que significa volver a casa) el que me permite reencontrarme con los libros en un ambiente perfecto. Imaginaos una mañana clara, sin apenas ruidos; y yo allí, con mis pesados apuntes casi sonriendo por la suerte de no ser molestado.

En el piso, con Javi, todo es diferente: las noches terminan muy tarde, las mañanas sólo llegan en mi despertador (el personaje que tengo por compañero amanece cada día a una hora distinta), y los ruidos se convierten en la banda sonora del día a día. Suena la música en la habitación de Javi, suena el Pro Evolution Soccer en su portátil, suenan sus amigos en el comedor… y luego, cuando de verdad lo necesitas, sólo suena una cosa: sus largos y monótonos ronquidos. Estudiar se convierte, por tanto, en una aventura que sólo tiene dos salidas, el pueblo o la biblioteca.

Todo me resulta un tanto paradójico. Quiero volver al pueblo, pero únicamente para estar solo. Debería ser al revés, pues aquí todavía guardo muy buenos amigos. Pero el “efecto Javi” tiene esa extraña consecuencia, que todo lo trastorna y nada respeta. Habrá que ir pensando en una vacuna, ¿me ayudáis?
Emilio

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