Empieza la montaña
Sonará muy tópico, pero parece que fue ayer cuando todavía estaba eligiendo de qué asignaturas me matricularía... y sin embargo, el primer cuatrimestre está llegando a su fin. No hay final más angustioso que éste, pues a él le sigue el período que todos los estudiantes odiamos. Paradójico o no, tal vez algunos puedan llamarse estudiantes únicamente por este breve período de exámenes (que se lo digan a Javi, no hay un palo al agua en meses, y ahora intenta recuperar el tiempo perdido).
Yo he procurado tener todo adelantado, fijado, al menos leído, para que ahora me cueste menos. Las vacaciones, siempre tan traicioneras, me hicieron despitarme bastante, y aunque estudié, por dos semanas me acerqué un poco al modelo universitario de mi queridísimo Bala. Eso sí, ya me he puesto el mono de trabajo: se acabaron los jueves (para mí no es duro el no salir), los días se empiezan a alargar (menos horas de sueño) y la tele y el ordenador permanecerán apagados durante un tiempo.
Así que, temeroso, entro en una senda que me conduce a la cima de una montaña (uy... qué metafórico me estoy poniendo... ¿será cosa de estar ahora mismo rodeado de libros?). Después de ello, el abismo del suspenso o el aprobado, el horizonte de la tranquilidad o el de los deberes no hechos...
Emilio
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