Otro domingo más vuelvo al piso. Después de un largo fin de semana en el que las noches cundieron demasiado, me dispongo a pasar otra semana en la universidad. La época de examenes se acerca y los trabajos son la tónica de todas las clases. La semana pasada os expliqué detalladamente una de las artimañas para no aburrirse en las clases. Os dije que poco a poco iría describiendo las diversas maneras de aprobar con la ley del mínimo esfuerzo. Eso será en la próxima entrada. Hoy os voy a contar una cosa que me preocupa. Una faceta de mi vida cotidiana se ha visto dañada considerablemente: mi convivencia con Emilio.
El desencadenante de mi discusión con Javi ha sido simplemente el hecho de ser amables con los demás, ser buenos anfitriones. Os explico la situación. El pasado jueves unos compañeros de clase vinieron al piso para tomar algo antes de salir de fiesta. Yo, como buen amigo, les deje las puertas de la nevera abiertas para que se sirvieran a su gusto. Unas cervezas, varias pizzas y poco más nos sirvieron de alimento. Una cantidad insignificante, desproporcional con el cabreo de Emilio.
"¡La última vez que compramos comida con el dinero de los dos!". Así me ha recibido Emilio tras mi llegada al piso. Mi respuesta se ha hecho esperar media hora. Era más importante ducharme y hacer la cena que hablar con este "piltrafa" de compañero que tengo. Le he dicho que no tiene razón y que si él no tiene amigos a quienes invitar no es problema mio. Sé que he sido un poco duro con él pero hay que marcar bien el terreno. Además, le vendrá bien para que espabile un poco. Tras ello se ha ido a dormir como una fiera. Mañana se le pasará el cabreo. Recuperando el tema de los estudios, dentro de dos semanas tengo un examen parcial. En la próxima entrada hablaré sobre los más sofisticados trucos de aprobar sin estudiar. Feliz semana.
Javi
1 comentarios:
"El desencadenante de mi discusión con Javi ha sido" que pasa que Javi discute consigo mismo jajaja. Saludos desde tphyo*
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