Tarde en el centro comercial

sábado, 29 de noviembre de 2008 - - 0 Comments


Supongo que si Javi no hubiera querido que me enterase de su "hazaña" no lo habría puesto en un blog de dominio público... Menudo pardillo está hecho (luego seré yo el que no se entera, pero él no se queda corto). Me reiré de él todo lo que pueda y más.

Mientras él perdía toda la tarde del jueves en preparar un examen, yo me fui de compras con unos amigos. El plan era sencillo: comprar algo, ir al cine, y volver al piso. Al final, lo de las compras se alargó mucho; por más cosas que nos probábamos, por más ropa que veíamos, nada nos convencía. Éste es uno de los misterios del mundo comercial: hay días en que no encuentras nada medio decente en las tiendas. Así que lo de ir al cine lo dejamos para otro día.

Tuvimos que buscar entonces algún sitio para cenar, pues ya se había hecho muy tarde. Encontramos un restaurante de comida americana, de esos con hamburguesas de tamaño descomunal y tarifa plana en la bebida (no de cerveza). Cuando me pusieron mi cena, me di cuenta de que por más que quiera adelgazar, o no engordar, la vida me obliga a llenar mi estómago de grasas y más grasas...

Terminada la cena, nos atrevimos a echarnos un billar (¡qué osadía por nuestra parte!). Yo llevaba más de dos años sin jugar, pero mis amigos, supuestamente algo más profesionales, eran peores que yo. Creo que nunca una partida de billar ha durado tanto: casi media hora, con bolas que entraban más por pena que por fuerza. Eso sí, risas y más risas, al ver que todos éramos unos pésimos jugadores. Ya lo dice el refrán: mal de muchos, consuelo de tontos.


Emilio

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